Cuestión de estilo
El estilo es la manera peculiar de escribir o de hablar de un escritor o de un orador. La amplitud o la brevedad, la seriedad o el desenfado, el tratamiento (de tú o de usted, en singular o en plural, por ejemplo), las figuras retóricas o su ausencia, etc.
Hay quien piensa que se debe escribir como se habla. Otros aseguran que lo que se pone en un papel (o una pantalla) debe cumplir con ciertas reglas de formalidad. Esta es una decisión personal… cuando de textos personales se trata.
Cuando escribimos para transmitir un mensaje corporativo es distinto. No es la preferencia personal la que entra en juego.
Así como un diseñador no puede pasar por encima del manual de identidad gráfica de la empresa, al escribir un artículo para la revista interna, la carta de noticias o una infografía, el objetivo es que el mensaje corporativo llegue al destinatario que la empresa quiere alcanzar, con claridad y eficacia. Es decir, que sea comprendido y motive la conducta deseada.
¿Quién habla?
Para esto quien debe hablar en el texto es la empresa, no el redactor. El oficio del profesional del lenguaje radica -en este caso- en darle voz a la empresa, no en encontrar el foro para brillar individualmente. La empresa es el personaje que habla en el texto, y su misión, su visión y sus valores, junto con otros elementos que se definen en las particularidades de cada departamento y caso, determinan su estilo.
Estilo es identidad
Cuando está bien estructurado y comprendido, ese estilo está presente en todos los productos comunicativos de la empresa. Es también parte de su identidad. Por eso el redactor debe también estar atento para evitar los textos en machote o plantilla. Así como se nota cuando Pedro le copia las muletillas a Juan (por decir un par de nombres), dos empresas no pueden «hablar» igual.
El estilo de cada empresa ya existe. Nuestra labor es hacer que sus mensajes lleguen a donde deben llegar, con su estilo y su identidad.
La manera particular y especial de cada una de ellas. Su sabor, pues.